No sé qué me incomoda más: si los influencers que juegan a ser psicólogos o los psicólogos que juegan a ser influencers. En cualquier caso, me cuesta conectar con esa psicología que reparte fórmulas rápidas, soluciones empaquetadas y tips milagrosos para resolverlo todo en cinco pasos. Esa mirada lineal, que insiste en que todo tiene una respuesta inmediata, donde cada emoción debe ser nombrada, clasificada y gestionada. Esa lógica que pretende arreglarlo todo. Como si todo tuviera arreglo.
Porque no todo se arregla. No todo se alivia. No todo se resuelve. Y a veces, vivir tan rodeados de soluciones se convierte en el verdadero problema. La psicología no debería parecerse a un manual de instrucciones. No va de seguir recetas ni de alcanzar un supuesto estado ideal. Tiene más que ver con estar. Con permitirnos ser, sin tanta prisa, sin tanta exigencia, sin necesidad de encajar cada emoción en una casilla.
Las soluciones rápidas nos ofrecen la ilusión de control, pero la vida no se resuelve con tips. La psicología también puede ser un espacio donde respirar, donde no haya que tener respuestas para todo, donde el objetivo no sea mejorar a toda costa, sino simplemente habitar. Detenernos. Salir de la rueda del hámster de acumular consejos y fórmulas mágicas. De esa inercia de impartir y recibir cursos como si saber más fuera sinónimo de vivir mejor. Un refugio en el que no temamos a los vacíos, porque entendamos que los vacíos no son la nada sino un lugar donde algo nuevo puede suceder. Un espacio donde no hay que corregirse todo el tiempo, donde no hace falta estar bien para estar presentes. Porque la vida no se resuelve, se vive. Se atraviesa, se siente, se explora.
Lo verdaderamente transformador no es una respuesta rápida. Es el proceso. Ese proceso imperfecto de estar en lo incierto, de aprender a sostener lo que no sabemos, de convivir con lo que duele sin necesidad de eliminarlo. La aceptación no es resignación. Es darnos permiso para ser con lo que hay. La transformación, la de verdad, no ocurre cuando todo se entiende, sino cuando dejamos de pelearnos con lo que no entendemos. Cuando aprendemos a estar ahí. Sin huir. A veces, eso basta. A veces, eso es todo. No se trata de apresurarse por entender, sino de reconocer que justamente ahí, en lo que no sabemos, también está la vida.
Mi café y leer a mi Ma Jesús: solemne💥💥💥
Cuando llegas al punto de entender, como defines con tu lenguaje preciso que "la vida no se resuelve, se vive" se parece mucho a subirte a lo más alto de una montaña y contemplar un paisaje increíble. Esos ojos observan de otra forma. Gracias MJ 💖