Un día normal y corriente de este invierno me compré un abrigo verde. Fue un flechazo. Lo vi de reojo, volví atrás y lo compré. Me hizo feliz comprarme un abrigo verde. Me sienta bien. Me he puesto contenta todos los días que me lo he puesto. Mi abrigo verde me pone contenta.
No me gusta ir de compras. Nunca me ha gustado. Me compré mi vestido de novia en media hora. Y aquí estoy hoy, escribiendo sobre un abrigo verde. Vivimos rodeados de seres tan profundos que una se siente frívola reconociendo las bondades de un abrigo verde. Una se podría sentir estúpida reconociendo que un abrigo verde la hizo feliz. Afortunadamente, yo no.
Es fácil ir de profundo. Los profundos creen que viven en un nivel avanzado de este mundanal mundo. Nada más alejado de la realidad: hay pocas cosas más fáciles que ir por la vida de trascendente y profundo. Lo difícil es reconocer que te hace feliz un abrigo verde, que el color verde te da seguridad, que con el verde pisas fuerte y levantas la mirada, sin saber muy bien el porqué de ello ni importarte lo más mínimo.
La mal interpretada frivolidad desempeña un papel vital en nuestras vidas. Aunque se percibe como superficialidad o trivialidad, su importancia radica en la capacidad de proporcionar un respiro necesario en un mundo lleno de tensiones de gente gris disfrazada de profunda. En la vorágine de responsabilidades y preocupaciones, la frivolidad ofrece momentos de ligereza y placer sin complicaciones. Es un bálsamo que fomenta la creatividad y la imaginación y brinda la libertad de explorar nuevos intereses y perspectivas.
La crítica hacia la frivolidad surge principalmente de una percepción negativa de su falta de profundidad y significado. En una sociedad donde la productividad, el éxito y la seriedad están sobrevalorados, la frivolidad se percibe como una distracción o una pérdida de tiempo. Sin embargo, un mundo que entiende que lo serio es aburrido, que lo divertido no puede ser profundo, es un mundo que hace tiempo dejó de entender de qué iba el equilibrio de vivir.
Los abrigos verdes alegran la vida. La capacidad de reconocerlo, también. Dudé si titular esta publicación Un abrigo verde o Frivolidad. Elegí Frivolidad porque si la frivolidad es encontrar aquello que te hace sentir bien y alivia los días, el abrigo verde es circunstancial. Puede haber un abrigo verde en muchas cosas y situaciones. Tantas como nuestra capacidad de entender que la frivolidad es la ligereza que permite encontrar el equilibrio desde el que dar profundidad a nuestros días.
Hace no mucho me di cuenta de que una dosis de superficialidad/frivolidad es necesaria para disfrutar. Ayuda a equilibrar la balanza de la vida.
Tanto como si es un abrigo verde como si son actividades que te gustan con personas que tampoco te llevarías a una isla desierta pero que son animadas.
Se asemeja un poco a comer dulces - no debes basar toda la alimentación en ello por tu bien, pero en cierta dosis te alegran la existencia 🧁
Que maravilloso texto, que gran verdad, viva la frivolidad y cultivamos todos los días un poquito