Rituales
Un árbol majestuoso hace intentos por colarse en mi terraza. Hace ya unos años, le dediqué unas letras. Debería recuperar ese texto. Ha pasado ya algún tiempo desde que ese árbol me enseñó a llenar mi vida de cada estación. Un día cualquiera decidí entrar en la floristería de abajo de casa para que cada estación viviera en ella. Todo empezó ahí. Y ahí, me di cuenta de lo difícil que es crear rituales bonitos. A partir de ahí, me di cuenta de lo fácil que puede ser. ¿Dónde está la diferencia? En entender lo importante y beneficioso del rito de las cosas bonitas.
En aquel primer fin de semana establecí el rito de la cena. Cuando me sentara a la mesa, tenía que haber flores; debía haber una botella de vino y que la mesa estuviera puesta con esmero, como por el mejor sirviente. Un libro abierto para poder leer, el equivalente a la conversación civilizada para un solitario. Todo estaba preparado como para recibir a un invitado y el invitado de la casa iba a ser yo. Escribe May Sarton en su novela ‘Anhelo de raíces’.
¿Cuántas cosas hacemos por los demás que no hacemos por nosotras? ¿Por qué ponemos una mesa bonita solo cuando recibimos a alguien?¿Por qué ofrecemos lo mejor cuando otra persona entra en escena? ¿Por qué nos pasamos la vida guardando cosas para una ocasión especial? ¿Por qué no decidimos que hoy es especial? Venimos de la costumbre de tener lo bonito guardado para una ocasión extraordinaria. Nuestras madres y abuelas tenían la mejor vajilla para un día especial, toallas, sábanas, lo más bonito guardado para un día especial.
Los rituales bonitos nos dan seguridad, unen pasado, presente y futuro. Son una oportunidad para mejorar el vínculo con la vida. Dan sentido de pertenencia allá donde estemos. Los rituales nos instalan en nuestro hogar, ese hogar que es identidad y que va con nosotras allá donde vayamos. Da igual la ciudad en la que trabaje, me divierta, escriba o duerma: mis rituales son eso que me ancla a lo que yo soy, esté donde esté. Es más fácil aventurarse al cambio si sabes que vas a ser capaz de seguir teniendo flores en tu mesa. El rito convierte tu espacio en un lugar confiable. Dice el filósofo Byung-Chul Han que hacen habitable el tiempo. Por tanto, los ritos son en el tiempo lo que es la morada en el espacio.
La sociedad nos lleva a producir, la tecnología acelera un tiempo que nos transporta de un estímulo al siguiente. La presión por consumir objetos, relaciones o experiencias desgasta la espina dorsal que nos equilibra. Ahí, el ritual nos estabiliza, porque en el camino de la repetición nos encontramos. El patrón se convierte en un sillón confortable en el que sentarnos a recuperar. La repetición le da previsibilidad a nuestro cerebro para impulsarnos a lo siguiente. Es orden, estructura, sostén y serenidad. Es palanca para el cambio.
El olor de esa vela, ese jersey tan cómodo como bonito para estar en casa, amanecer antes de que lo haga el día y hacer solo mía la inmensidad de ese silencio, perfumar las sábanas antes de dormir, nadar cada día en invierno y verano, una vajilla bonita, un zumo de naranja, escribir con la misma vela, caminar con esa música. Una crema que huela maravillosamente bien, una ducha caliente, un pijama bonito, tulipanes naranjas en mi mesa.
El rito me acerca a mí y me regala calma mental. Instauro los elementos, me obedezco, ralentizo, cedo al paso siguiente que me hace bien y me aleja de todos esos pensamientos que no son más que ruido. Encuentro paz. Decido que la ocasión especial ya ha llegado porque soy capaz de decidir que el día de hoy es especial y merece lo más bonito que tengo.
Me gustan el cambio y la improvisación y sé que ese cambio y esa improvisación se cargan de energía con lo que sé que va a estar presente. Va a estar porque lo decido yo. Mi olor favorito va donde yo voy. Puedo estar en cualquier parte. El ritual es poner amor. Es decidir mimar mi vida para convertirla en algo bonito. Basta poco. Como afirma May Sarton, es tener todo preparado como para recibir a un invitado, sabiendo que la invitada de la casa, y de tu vida entera, siempre vas a ser tú.