El individualismo nos ha conquistado de tal manera que lo confundimos con todo. Disfrazamos el individualismo de felicidad, autoestima, amor propio, de desear con fuerza ser seres de luz. Lo cubrimos con el envoltorio que sea con tal que juegue a nuestro favor. Necesitamos dejar huella. Nos urge brillar. Necesitamos ponernos en el centro del universo.
Sin embargo, nuestra vida, y con ella nuestra felicidad, no es algo que viva ajena a la felicidad de los demás. No solo hacer feliz a alguien tiene la capacidad de hacernos felices sino que la felicidad de los demás contribuye enormemente a la nuestra. Esto es así a no ser que hayan conseguido exterminar la empatía, esa que un día tuvimos y que el discurso individualista consiguió destruir mientras nos vendían la importancia de la empatía.
Afirmar que la felicidad de los demás me hace feliz no tiene nada que ver con no conocerme, no quererme o no respetarme. Si la frase te chirría es consecuencia de que el mensaje del individualismo ha ido robando la capacidad humana de mirar hacia fuera. Mucha de nuestra felicidad está en el vínculo con los demás. No me cansaré de repetir que la calidad de nuestra vida tiene mucho que ver con la calidad de nuestras relaciones.
Ser capaces de mirar alrededor, pero mirar de verdad. Saber escuchar, pero escuchar de verdad. Adoptar la proactividad de quien sabe que observar está muy lejos de ser una actitud pasiva. Contemplar, empaparme de lo que me cuentas, de lo que te pasa, de lo que te preocupa, de lo que sientes, de lo que te alegra, de lo que te hunde en la miseria. Contagiarme plenamente de lo que te ilusiona sin ninguna necesidad de opinar ni de llevármelo a mi vida porque a quién le importa lo que yo haría en tu lugar. Que mis ojos brillen como lo hacen los tuyos mientras me describes con detalle lo que estás viviendo. Y vivirlo contigo. Tu felicidad me reconforta y decido que se quede cerca para hacerla mía. Multiplica mis posibilidades de ser feliz. Contigo. Conmigo.
Captar ese momento grabándolo para siempre. Fijar ese recuerdo como fotografía eterna de un instante de conexión, vínculo y humanidad. Un lugar bonito en el que descubrir cosas de mí que no sabía y que alimentan esa esperanza que tanto necesitamos.
La felicidad del otro me hace feliz de la misma manera que su tristeza me entristece. La alegría de las personas que me importan es buena parte de la mía. Buscamos la receta para ser felices en un libro de autoayuda. Es más fácil: es gratitud, apertura y generosidad. Es aquello que un día tuvimos y nos robaron para acabar comprándolo en un libro de autoayuda.
"EMPAPARME" de lo que me cuentas... La palabra maestra👏🏼👏🏼
Y otro comentario clave que nos das: "a quien le importa lo que yo haría en tu lugar" Por qué tenemos siempre la necesidad universal de comentar qué haríamos si fuéramos la otra persona?
Jesús!!🤦🏼♀️María!!🙀
qué cosa más linda, por las diosas del Olimpo!!🍯
felicidad es leerle y darle las gracias.
maravillosa siempre, hay veces que te sales, ¡y lo sabes!
si lo pensásemos más a menudo, nos daríamos cuenta de que es una barbaridad, tener que llevar nuestro ombligo al centro de la galaxia, y ésta al centro del cosmos, suponiendo que no haya más universos, porque sería una tarea no sólo titánica, sino eterna, y no tendríamos el tiempo suficiente para contemplar nuestro propio reflejo en los escaparates (por ejemplo).
tengo que reconocer que los dos primeros párrafos me han provocado una carcajada, dos, para ser más exactas.
y después, en un alarde de tu capacidad con la pluma 🪶, y para darle al tema el peso que requiere, te has puesto seria, sin sobornarnos una sonrisa, tan necesaria siempre.
gracias ♾️♾️
te deseo que tengas un magnífico día, y una excelente semana 💖
pd: antes de leerte, hoy, había pensado en ello (las maravillas de las coincidencias) y tenía el título cerca en el teclado, el título de tu columna:
🦚