Valiente, ¿por qué?
No debería ser tan difícil. Lo insólito no tendría que ser irse, sino quedarse. No debería hacer falta coraje para marcharse. Lo verdaderamente extraño debería ser seguir soportando.
Cuando alguien, tras mucha reflexión, decide alejarse de aquello que le está destruyendo la salud mental, solemos llamarle valiente. Admiramos a quien deja lo que le hace daño: una relación tóxica, un trabajo que consume, una vida que desgasta. Y sí, hay coraje en esa decisión. Pero me pregunto: ¿por qué lo consideramos un acto heroico? ¿En qué momento normalizamos tanto el sufrimiento que decir ‘esto no me hace bien’ se volvió un gesto extraordinario?
Salir de lo que nos lastima no debería ser visto como un acto admirable, sino como lo mínimo. Como atender una herida, como dormir cuando el cuerpo ya no puede más. No tendríamos que envolver cada retirada en discursos heroicos. A veces, simplemente, ya no hay más que dar. La situación se agota. Nosotros también. Y con eso debería ser suficiente.
Pero claro, vivimos en un sistema que premia la permanencia. El aguante. Esa versión distorsionada de ser la mejor persona posible. El ‘quédate un poco más, a ver si cambia’, aunque nadie sepa qué debería cambiar. La trampa del coste hundido. Por eso, cuando alguien decide priorizarse, lo vemos como algo extraordinario. Como si salirse del daño fuera un gesto raro, reservado para unos pocos valientes. Quizá no nos falte coraje, sino una menor tolerancia al malestar.
Es un tema que me encuentro cada semana: personas a las que se les llama valientes por, al fin, tenerse en cuenta. Ojalá pudiéramos reconocer que muchas veces aplaudimos lo que, en un mundo más sano, ni siquiera debería costar tanto. No para restarle valor, sino para imaginar un contexto donde elegir lo que nos cuida no sea heroico, sino simplemente posible.
Ojalá llegue el día en que dejar de ir en contra de una misma no se confunda con valentía, sino que se entienda como simple sentido común. Ojalá realidades donde vivir bien no duela, no asuste y no se celebre como si fuera algo raro. Ese día llegará. Lo estamos construyendo.